Evangelio de hoy 23 de abril, 2025

Celebración de hoy

San Jorge: Soldado Protector contra enfermedades y epidemias

San Jorge: Soldado Protector contra enfermedades y epidemias

San Jorge es considerado el santo patrono de los soldados, protector contra las enfermedades, las epidemias, lepra, sífilis, serpientes venenosas y otras

Coronilla a la Misericordia

 Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Miércoles y Consagración

Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Miércoles y Consagración

Nos encomendamos a la protección y cuidado paternal de San José, protector de toda la Iglesia. Oramos por tus intenciones

Lecturas del día

Maria, hoy, se nos presenta el relato de los discípulos de Emaús como una de las escenas más entrañables del Evangelio.

Presta atención a las lecturas de hoy.

Celebraciones del día:

San Jorge, Soldado mártir: Protector contra las epidemias

San Jorge: Soldado Protector contra enfermedades y epidemias

San Jorge es considerado el santo patrono de los soldados, protector contra las enfermedades, las epidemias, lepra, sífilis, serpientes venenosas y otras

Hechos 3,1-10.

El día de Pentecostés, Pedro dijo al pueblo judío: «Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías».

Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?». Pedro les respondió: «Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar».

Y con muchos otros argumentos, Pedro les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil. Palabra de Dios

Salmo 33(32):

La tierra está llena de la bondad del Señor. (R)

Recta es la palabra del Señor, y todas sus obras son dignas de confianza. Ama la justicia y el derecho; de la bondad del Señor está llena la tierra. /R.

Mira, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan su bondad, para librarlos de la muerte y preservarlos a pesar del hambre. /R.

Nuestra alma espera al Señor, que es nuestra ayuda y nuestro escudo. Que tu bondad, Señor, sea sobre nosotros que hemos puesto en ti nuestra esperanza. /R.

Lucas 24,13-35.

Aquel mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».

Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».

En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

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