Celebración de hoy
San Benjamín, Diácono: Patrono de los predicadores y evangelizadores

San Benjamín de Argol nunca se cansó de predicar la palabra de Dios: Fue encarcelado y martirizado con cañas afiladas clavadas entre sus uñas
Coronilla a la Misericordia

Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Lunes y Consagración
Lecturas del día
Maria, hoy se nos lleva a un momento significativo en el ministerio de Jesús en el que sana al hijo de un funcionario real, mostrándonos el poder de la fe y confianza plena en la palabra de Jesús.
Presta atención a las lecturas de hoy.
Celebración del día:

San Benjamín, Diácono: Patrono de los predicadores y evangelizadores
San Benjamín de Argol nunca se cansó de predicar la palabra de Dios: Fue encarcelado y martirizado con cañas afiladas clavadas entre sus uñas
Isaías 65,17-21.
Así dice el Señor: Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos. Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.
Salmo 30(29):
Te alabaré, Señor, porque me has rescatado. (R)
Te exaltaré, Señor, porque me sacaste a flote y no dejaste que mis enemigos se alegraran de mí. Oh, Señor, tú me sacaste del abismo y me libraste de los que descienden al abismo. /R.
Cantad al Señor, fieles suyos, y dad gracias a su santo nombre, porque un momento dura su cólera; toda la vida, su buena voluntad. Al anochecer entra el llanto, pero con el alba, la alegría. /R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, sé mi ayudador. Cambiaste mi llanto en danza; oh Señor, Dios mío, por siempre te daré gracias. /R.
Juan 4,43-54.
En aquel tiempo, transcurridos los dos días, Jesús partió hacia Galilea. Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen». El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera». «Vuelve a tu casa, que tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. Palabra del Señor.