La celebración de hoy
San Enrique, Emperador: Patrono de los que no tienen hijos
1° lectura: Deuteronomio 30,10-14.
Moisés dijo al pueblo: «Obedece la voz del Señor, tu Dios, guardando los mandamientos y las leyes suyas que están escritas en el Libro de esta Ley, y volverás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y tu alma. Porque esta Ley que hoy te prescribo no está fuera de tus fuerzas ni de tu alcance. No está en el cielo, para que te preguntes: «¿Quién subirá al cielo por nosotros y nos la hará descender, para que la oigamos y la cumplamos?». Tampoco está más allá de los mares, como para que te preguntes: «¿Quién cruzará los mares por nosotros y nos la traerá, para que la oigamos y la guardemos?». No, la Palabra está muy cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la cumplas.
Salmo 69(68): Busca al Señor, tú que eres pobre, y tu corazón revivirá. (R).
Esta es mi oración a ti, mi oración por tu favor. En tu gran amor, respóndeme, oh Dios, con tu ayuda que nunca falla: Señor, responde, pues tu amor es bondadoso; en tu compasión, vuélvete hacia mí. /R.
En cuanto a mí, en mi pobreza y dolor que tu ayuda, oh Dios, me levante. Alabaré el nombre de Dios con un canto; lo glorificaré con acción de gracias. /R.
Los pobres, cuando lo vean, se alegrarán, y los corazones que buscan a Dios revivirán, porque el Señor escucha a los necesitados y no desprecia a sus siervos en sus cadenas. /R.
Porque Dios traerá ayuda a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá, y los hombres habitarán allí en posesión. Los hijos de sus siervos la heredarán, y los que aman su nombre habitarán en ella. /R.
2° lectura: Colosenses 1,15-20.
Él es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Evangelio de hoy: Lucas 10,25-37.
En aquellos días, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». «Has respondido bien», le dijo Jesús; «obra así y alcanzarás la vida». Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?». Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente, bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: «Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera». Palabra del Señor.
Comentarios.
La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido pasar de largo, con indiferencia, sino que debemos pararnos junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ese sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad. Es como el abrirse de una determinada disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva. Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que se conmueve ante la desgracia del prójimo… (San Juan Pablo II, Carta apostólica Salvifici Doloris)
