Evangelio de hoy jueves, 18 de septiembre, 2025

Celebración de hoy

San José de Cupertino, Franciscano: Patrono de los estudiantes



San José de Cupertino fue un Fraile místico franciscano con dones muy especiales: Levitación, sanación, leía conciencias y expulsaba los demonios

Lecturas del día

1° Lectura: 1 Timoteo 4,12-16.

Amados: Que nadie desprecie tu juventud, sino que seas un ejemplo para los creyentes, en la palabra, la conducta, el amor, la fe y la pureza. Hasta que yo llegue, atiende a la lectura, a la exhortación y a la enseñanza. No descuides el don que tienes, que te fue conferido mediante la palabra profética con la imposición de manos del presbiterio. Sé diligente en estos asuntos, ensimísmate en ellos, para que tu progreso sea evidente para todos. Atiende a ti mismo y a tu enseñanza; persevera en ambas tareas, pues así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.

Salmo 111(110): ¡Qué grandes son las obras de El Señor! (R)

Las obras de sus manos son fieles y justas; seguros son todos sus preceptos, fiables para siempre, realizados con verdad y equidad. /R.

Él ha enviado la liberación a su pueblo; ha ratificado su pacto para siempre; santo y temible es su nombre. /R.

El temor de El Señor es el principio de la sabiduría; prudentes son todos los que viven de acuerdo con él. Su alabanza es eterna. /R.

Evangelio: Lucas 7,36-50.

En aquellos días, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!». Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él.»Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor». Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?». Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

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